Una historia fascinante – (1856 – 1943)
La historia de la vida y obras de Nikola Tesla presenta elementos que producen admiración, asombro y obligan a los que lo estudian a confesar que los inventores parecen formar un grupo aparte de él. Dentro de nuestra galería de hombres ilustres figura como un hombre de vida católica, desordenada y poco práctica; sus excentricidades resultan a veces notables y otras veces simplemente irritantes, sin embargo, su importancia es innegable. Estamos todos en deuda con el genio de hombres como Tesla.
Primeros años
Nació en Smiljan, una aldea del imperio austro – húngaro, provincia de la antigua Yugoslavia, hoy Croacia, en1856. Hijo de un sacerdote de la iglesia ortodoxa griega, hombre culto y excéntrico, de familia distinguida que había dado numerosos hijos al ejército y a la iglesia, la madre en cambio, Georgina Mandic aún cuando de familia también prominente, no aprendió jamas a leer. Sin embargo, Tesla afirmó siempre que había heredado el talento de su madre y no de su padre. En efecto, su madre estaba dotada de gran inteligencia y sagacidad, continuamente imaginaba y construía pequeñas máquinas caseras que le hacían menos penosas las tareas domésticas.
A los siete años comenzó a dar pruebas de talento científico, la pequeña ciudad en que vivía la familia Tesla acababa de adquirir una bomba para combatir incendios. Hubo una ceremonia oficial con discursos y reunión de dignatarios locales; pero cuando llegó el momento de hacer funcionar el aparato, éste se negó a trabajar. Nikola se ofreció a reparar aquel inconveniente, inmediatamente y zambulléndose en el río, desatascó el extremo de la manguera. inmediatamente cayó sobre las personalidades reunidas en la tribuna un diluvio.
A los diez años terminó sus estudios primarios y pasó al Real Gymnasium de Gospic, instituto secundario en que se distinguió por su capacidad casi ilimitada para resolver en forma instantánea los más complicados problemas matemáticos que los maestros podían plantearle. Aprendió, también, gracias a su prodigiosa memoria, además de su lengua materna que era el servocroato, el alemán, el francés y el italiano; le asaltaban toda clase de ideas extraordinarias: inventaba nuevos juguetes, que sus compañeros se disputaban, construía ballestas perfeccionadas muy superior a las que se guardaban en los museos; experimentaba con paracaídas que el mismo construía y estuvo así varias veces a punto de perder la vida debido a las caídas. También empezó a construir una máquina que le permitiera volar.
A los quince años, en 1870, ingreso al Real Gymnasium de Carlstadt – hoy Karlovak – en Croacia. A pesar de que enfermó de paludismo, ciertas dificultades materiales y la insuficiente comida, Tesla quedó fascinado y entusiasmado con el laboratorio de la escuela y con los experimentos que en el se llevaban a cabo. Descubrió la pasión de su vida como hombre de ciencia: El estudio de la electricidad. Completó en tres años los estudios de un plan de cuatro años.
Al regresar a casa de sus padres le aguardaba una seria crisis; cayó enfermo de cólera y además quedó profundamente abatido al enterarse que sus padres se oponían a que siguiera la carrera de ingeniería, por considerarla demasiado larga y creer, además, que implicaba un esfuerzo físico y mental de que el muchacho era incapaz. Nikola, moribundo, anunció a sus padres con voz casi inaudible que se negaba a seguir viviendo si no le permitían estudiar ingeniería. El padre le prometió que así sería y el enfermo mejoró rápidamente, en tal forma que incluso el medico quedó sorprendido y lo halló inexplicable.
Años Universitarios
En 1875, a los diecinueve años, pasó a Gratz, en Austria, para estudiar ingeniería eléctrica en el instituto politécnico. Ahí empezó a estudiar con tanto entusiasmo, durmiendo apenas cuatro horas cada noche, que su salud se resintió. Durante el segundo año de sus estudios empezó a concebir la idea de un motor eléctrico perfeccionado basado en corriente alterna; que evitaría los inconvenientes del conmutador de la máquina de Gramme, basada en la corriente continua y en la cual las constantes chispas representan una perdida inútil de fluido eléctrico.
Una vez su profesor dedicó toda la conferencia a rebatir ideas que Nikola Tesla le había expuesto; pero el muchacho siguió trabajando tenazmente, buscando por todos los medios posibles una solución a aquel delicado problema.
Al iniciarse el tercer año de sus estudios, un incidente estuvo a punto de interrumpir su carrera. su familia le envió la suma necesaria para el pago de la colegiatura.
Nikola Tesla se había aficionado a los juegos de naipes en los que solía ganar con cierta regularidad, debido a su memoria y a sus facultades analíticas, pero una noche perdió todo el dinero de la colegiatura. Regreso desolado a contar a su madre aquella desventura: quien pidió dinero prestado a una amiga, regreso a la mesa de juego y procedió a recuperar casi todo el dinero perdido; después de lo cual prometió no volver a jugar en su vida.
El Joven Ingeniero
Después de graduarse en Gratz se pasó dos años en la Universidad de Praga estudiando Ingeniería Física y Electricidad avanzadas; al terminar sus estudios en Praga murió su padre y Nikola empezó a trabajar primero en Budapest. Se organizaba en la ciudad una compañía de teléfonos y existían posibilidades de hallar un empleo en ella; pero al llegar a la ciudad se encontró con que la compañía no se había fundado todavía. Empezó a trabajar en la oficina central de telégrafos, cobrando por sus servicios un sueldo tan microscópico que se negó más tarde a revelarlo; pero ascendió rápidamente, paso a la compañía de teléfonos al fundarse esta y a los veinticinco años era Jefe de Producción de la empresa.
Alto – su estatura llegaba a los dos metros, de ojos azules, cabello revuelto y traje a veces descuidado y otras muy elegante, el joven Tesla veía abiertas las puertas de un destino brillante.
La Revelación
En cierta ocasión, mientras paseaba por las calles de Budapest con un amigo, se quedó repentinamente quieto, como en trance. Al salir de éste y después de llamar a un médico, reveló que lo que ocurría era que simplemente había por fin resuelto, mentalmente y sin ayuda de papel o de experimentos de laboratorios, el problema del motor eléctrico a base de corriente alterna.
Poco después cambió de propietario la compañía donde trabajaba Tesla y él, en busca de mejor campo para sus hazañas, pasó a París donde estaban construyendo motores, dínamos y circuitos eléctricos. Meses después se hallaba en Estrasburgo supervisando unas instalaciones de la compañía. Dispuso por fin de tiempo suficiente para transformar en realidad su visión teórica y construyó su primer motor de corriente alterna; no pudo, sin embargo, encontrar a nadie que se interesara por el invento. Desalentado, abandonó su empleo y se marchó a los Estados Unidos.
Tesla y Edison
Toda su fortuna, al llegar a Nueva York, consistía en cincuenta centavos, dos cartas de recomendación y algunas páginas de fórmulas matemáticas. Durante el viaje había perdido su equipaje; pero no por esto se desanimó. Edison le dio un empleo inmediatamente, pero no llegaron jamás a entenderse en cuanto a invenciones y teorías. Edison, gran experimento empírico, carecía de una base educativa sólida, Tesla al contrario, un gran teórico con estudios de ingeniería y estudios avanzados de Física y electricidad.Además, Edison había construido sus aparatos y sistemas eléctricos basados alrededor de los principios de Tesla.
Expliquemos ahora, brevemente, en que consistió la ventaja del sistema de Nikola Tesla. En primer lugar, Edison había inventado la lámpara eléctrica con filamento de carbón, sustituido después por el de tungsteno. Había impuesto al público a organizar una red de pequeñas centrales eléctricas y de instalaciones locales; pero aquel sistema adolecía de graves inconvenientes. La gran debilidad del sistema de Edison consistía en la distribución de la energía eléctrica; producida esta por pequeños dínamos, no llegaba el radio de acción de las redes tendidas al rededor de los centros productores de electricidad en numerosos puntos de la misma. El voltaje utilizado por aquel sistema era sumamente bajo. De ahí que las pérdidas debidas a las resistencias de los conductores, fueran especialmente sensibles, no resultaba pues, económico aquel sistema, la industria eléctrica que tan poderosa había llegado a ser, quedaba limitada y restringida, desde su nacimiento por aquel sistema del transporte.
Los cambios introducidos por Tesla fueron verdaderamente revolucionarios. Los sistemas de producción, transporte y utilización de la energía, tal como los conocemos hoy en el mundo entero, son obra de Nikola Tesla, quien concibió no solamente un nuevo tipo de motor, sino al mismo tiempo y con el objeto de hacer factible el uso de su motor, un sistema nuevo, práctico en su creación y distribución de energía eléctrica. El motor de corriente alterna de Nikola Tesla era quizá más complicado que el viejo motor eléctrico de corriente directa; torcidamente utilizaba el principio de un nuevo campo magnético, giratorio y trifásico, lo cual lo colocaba muy por encima de los demás motores. Aquella corriente, en efecto podía ser transportada a grandes voltajes y se obtenían con ellos las siguientes ventajas:
se podía fabricar electricidad a gran distancia de los lugares donde iba a consumirse, cerca de la mina de carbón que suministraba el combustible por ejemplo, o bien en la prensa cuyo salto de agua proporcionaba la fuerza necesaria; la red no se encontraba limitada por la exigua distancia de una milla, sino que podía cubrir regiones enteras de un país: los dínamos que producían la corriente podían ser de grandes dimensiones y por lo tanto más económicas; y la corriente resultante era mucho más uniforme (en el sistema de Edison, las lámparas de las casas que se encontraban a una milla de la central eléctrica no recibían sino 90 voltios de los 110 voltios normales, lo cual les daba un brillo mortecino muy desagradable).
Edison rechazó el sistema de Tesla por ser incompatible con el suyo; no podía prever, sin embargo, que su rival iba a triunfar tan completamente y en tan poco tiempo. Tesla abandonó su empleo en la compañía de Edison en 1885.
El impulso
De la primavera de 1886 a la de 1887, el joven inventor, sin dinero y sin amigos, hubo de trabajar como obrero y abrir zanjas a dos dólares por días, pero el capataz obligado por la crisis a aquel trabajo era hombre de posición social normalmente elevada y poseía numerosas relaciones en el mundo de los negocios. Lo presentó a A. K. Brown, de la Western Unión Telegraph, Co., quien decidió invertir algún dinero en financiar los proyectos de Tesla. Ya contaba con laboratorio propio; Tesla pudo en pocos meses producir modelos del motor y también del generador y transformador necesarios al sistema eléctrico que había concebido y sacar patentes de cada parte del sistema.
En poco tiempo el mundo de la ingeniería eléctrica empezó a vislumbrar las posibilidades de aquellas ideas.
Tesla fue invitado a dar conferencia ante los miembros del Instituto Norteamericano de Ingenieros Eléctricos, en Mayo de 1888 y la ocasión marcó el triunfo científico social de sus ideas. Poco tiempo después recibía la visita de un gran inventor norteamericano: George Westinghouse, hombre inteligente que podía ver con parcialidad los problemas relacionados con la producción y distribución de la energía eléctrica, pues la mayor parte de sus patentes se relacionaban con los frenos automáticos y los sistemas de control para ferrocarriles, se dio cuenta desde el principio de la importancia fundamental de las ideas de Tesla y puso a su servicio su vasta fortuna. La negociación entre inventores fue en extremo rápida y sencilla. Westinghouse pagó a Tesla la suma de un millón de dólares por sus patentes y le prometió regalías importantes en la producción de motores de su tipo.
Antes de llegar a los treinta y cinco años había conquistado fama y fortuna. Después de pasar un año en los talleres de Westinghouse en Schenectady supervisando la construcción de dínamos y motores de su sistema, se instaló en Nueva York y procedió a equipar su laboratorio con el material más moderno.
Por fin un hombre exitoso…
Los triunfos científicos y financieros del joven inventor, le había abierto las puertas de la mejor sociedad neoyorquina; no pasaba una semana sin que Tesla diera una lujosa cena. Se disputaban su presencia los financieros y las damas elegantes.
Con frecuencia las fiestas que daba Tesla se prolongaban hasta altas horas de la noche; los invitados pasaban de los temas frívolos a los aspectos más serios de las investigaciones de Nikola Tesla y este los conducía a su laboratorio y les proporcionaba una demostración de sus últimos trabajos.
A aquellas horas de la madrugada las ventanas del laboratorio se iluminaban de pronto con la viva luz de los relámpagos artificiales producidos por las máquinas de alto voltaje.
El aspecto del inventor, en aquellas ocasiones, era más bien diabólico, se complacía haciendo pasar por su cuerpo corrientes altísimas que fundían fragmentos de plomo al salir de sus extremidades, asombrando a su elegante público. El mundo científico internacional reclama también con urgencia a Tesla. En 1892 dio dos conferencias, en Londres y en París. Las conferencias de Tesla constituían todo un acontecimiento.
Las preparaba cuidadosamente durante largos meses; nunca las repetía. Los experimentos que representaba eran audaces como innovadores y las teorías que les precedían, abrían vastos campos nuevos en el terreno de la electricidad, la física y las matemáticas.
En el Royal Institute de Londres, donde el inmortal Miguel Faraday había llevado a cabo sus investigaciones fundamentales acerca del magnetismo y la electricidad, el Presidente, Sir James Dewar, invitó al ilustre visitante a sentarse en la silla de Faraday, preciosa reliquia de la ciencia inglesa en un acto que equivalía casi a coronar a Nikola Tesla como monarca de los investigadores de aquella época.
En París tuvo la satisfacción de hablar ante los asombrados y arrepentidos ingenieros que cinco años antes se habían negado a interesarse por su invento por el cual Westinghouse le había pagado un millón de dólares.
En sus conferencias describió el funcionamiento de numerosos aparatos nuevos, el más importante de los cuales era quizá un bulbo o lámpara electrónica muy sensible que es, con toda probabilidad, el antepasado de los bulbos electrónicos, que forman parte de la mayoría de nuestros modernos aparatos radiorreceptores o transmisores y predijo acertadamente que aquel invento permitía recibir mensajes inalámbricos a través del Atlántico.
Al regreso de Europa se encontró con que sus admiradores norteamericanos planeaban grandes fiestas y recepciones en su honor, más había decidido cambiar de vida, abandonar casi el absoluto todas las actividades sociales y concentrar toda su energía en sus descubrimientos.
… Y reconocido
Dos acontecimientos de gran importancia histórica y social vinieron a consolidar la fama de Nikola Tesla.
El primero fue la exposición de Chicago en 1893; la electricidad de la misma fue confiada a Westinghouse, quien aplicó el sistema Tesla.
El propio inventor construyó con diversos aparatos educativos y curiosos, como un huevo de metal que bailaba en forma misteriosa y una varilla de vidrio que bailaba en su mano (mientras en su cuerpo era atravesado por un millón de voltios).
El segundo fue la instalación de una central eléctrica en las Cataratas del Niágara (uno de sus sueños juveniles).
Tras largo debate se aplicó el sistema de Tesla, que permitía a la electricidad producida ser transformada por toda la región, primero hasta la ciudad de Buffalo y finalmente a Nueva York, donde acabó por arrinconar y sustituir por completo las viejas instalaciones de Edison.
Como ha señalado Charles F. Scott “La Evolución de la energía eléctrica, desde el descubrimiento de Faraday, en 1831, hasta la gran instalación del sistema polifásico de Tesla en 1896, es sin duda alguna, el acontecimiento más importante en toda la historia de la ingeniería” y el sabio inglés John Kelvin, quien al principio se había declarado en favor de la corriente directa para las instalaciones del Niágara, confesó más tarde que el sistema de Tesla ofrecía grandes ventajas y declaró que Tesla ha contribuido más al progreso de la ciencia de la electricidad que cualquier investigador en otras épocas.
Los siguientes inventos de Nikola Tesla se relacionaban con la telegrafía sin hilos y el microscopio electrónico. En ambos casos proporciono ideas brillantes y soluciones parciales que después fueron utilizadas plenamente por otros inventores en forma que muy pocas veces se asocia el nombre Tesla con tales descubrimientos. Otro descubrimiento de aquellos años es el vibrador eléctrico, al que se le han atribuido efectos terapéuticos, ya que se puso de moda más tarde como medio de combatir la obesidad.
Últimos años de Nikola Tesla
La imaginación del inventor lo conducía con frecuencia a extrañas regiones. En cierta ocasión inventó una máquina que producía vibraciones mecánicas tan fuertes que sus efectos eran plenamente comparables a los de un pequeño terremoto. Al tratar de llevar a cabo una demostración en su laboratorio tuvo que interrumpirla y destruir la máquina, después el edificio corría peligros; y la policía acudía un poco alarmada, a sabiendas de que cuando en aquella calle ocurría algo poco normal, más probable era de su origen se hallara en el laboratorio de Tesla.
Otros inventos más o menos fantásticos de Tesla fueron un tipo de torpedo guiado por ondas de radio, un aparato jamás construido para transmitir luz eléctrica a ciertas regiones del cielo. Otro aparato para combatir los terremotos, desencadenando vibraciones que tampoco llegó a convertirse en realidad y una serie de curiosos robots ideados por Tesla, algunos de los cuales fueron construidos en su época por amigos suyos interesados en aquellas curiosidades de laboratorio.
Otro invento anunciado más tarde por Tesla, en épocas en que se disponía de medios para poner en práctica sus ideas, era un rayo mortal capaz de aniquilar a los aviones y a los soldados de los ejércitos enemigos. No se sabe bien, si esta última idea era debido a la imaginación delirante de un hombre ya anciano – cuando la formuló se acercaba a los 80 años – o bien, si en efecto tenía prevista la manera de poner en práctica su invento, pues no llegó a hacerla realidad.
Tesla nunca se casó. Su actitud frente a las mujeres estaba hecha de una mezcla de admiración idealizadora y de una completa desconfianza; no quería compartir sus inquietudes y sus problemas; no deseaba en modo alguno que la vida de la familia le quitara tiempo que deseaba dedicar totalmente a sus investigaciones, aún cuando, sobre todo en los años en que poseía fortuna y fama fue acosado por numerosas muchachas casaderas, supo siempre evitar los lazos que se le tendían.
Tesla murió en Nueva York en 1943, a los ochenta y siete años de edad. Su vejez se vio turbada por constantes dificultades financieras. La nueva generación de físicos en ingeniería no recordaba ya los sensacionales inventos de Tesla. La mayor parte de sus amigos habían muerto y los ataques lanzados por Tesla contra las ideas de Einstein, así como sus ideas acerca del rayo de la muerte, le habían creado incluso una inmerecida fama de charlatán.
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